miércoles, 1 de julio de 2009

El mito de Narciso tiene varias versiones, pero se trata siempre de un hermoso joven que se enamora de sí mismo, o producto de una maldición, o por la imposibilidad de amar a otra persona.

En la versión contada por Ovidio, Narciso es pretendido por varios muchachos y mujeres. Una de ellas es la ninfa Eco que, castigada por la diosa Hera, estaba condenada a hablar repitiendo las últimas palabras que oía, por lo que le costaba expresar lo que sentía.
Pero un día se oculta en un bosque y cuando Narciso pasa por el lugar, la ninfa hace ruidos, y a la pregunta del joven “¿Hay alguien aquí?”, ella responde “aquí, aquí…”. Luego se aparece ante él con los brazos abiertos en clara señal de amor, pero Narciso la rechaza y se aleja.
Dolida, la ninfa Eco se recluye en una cueva hasta que desaparece, pero queda su voz, que continúa repitiendo para siempre las últimas palabras que escucha.
La diosa de la venganza, Némesis, condena la actitud de Narciso haciendo que este se enamore de su propia imagen reflejada en un estanque. Así fue que el joven contempla su reflejo y no puede separarse de sí mismo, hasta que muere ahogado, atraído y ciego por su propia imagen reflejada en el agua.

La leyenda de Narciso dio origen a la expresión “narcisismo” que se refiere a aquellos hombres y mujeres que están más pendientes de sí mismos que de los demás. Tiene relación con la falta de altruismo y del egoísmo reinante, algo que se parece más a una enfermedad mundial, que a un simple comportamiento.
Tal vez deban recordar esas personas el inevitable final de Narciso.

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